19 de abril de 2009

"Bancos Suizos, Secreto Bancario y Fraude Fiscal"


Los líderes del G-20 ahora han declarado que "la era del secreto bancario terminó", y han amenazado con emprender acciones contra las "jurisdicciones no-cooperativas, inclusive los paraísos fiscales". Nadie debería incluir a Suiza entre ellos, porque el gobierno suizo ya ofreció mejorar la cooperación internacional adoptando el estándar de la OCDE sobre asistencia administrativa internacional en cuestiones impositivas.



Para apreciar las implicancias de esto, es importante conocer el contexto. Los bancos suizos están obligados por ley a extender un grado muy alto de confidencialidad banco-cliente a todos sus clientes, tanto suizos como extranjeros. Cualquier banquero que revele detalles sobre los asuntos de sus clientes a un tercero no autorizado está cometiendo un delito penal en Suiza.



Pero esta confidencialidad banco-cliente nunca ha sido 100% absoluta, y la legislación suiza deja perfectamente en claro qué es lo que protege y lo que no. Por ejemplo, no plantea obstáculos de ningún tipo a la investigación criminal. Una característica de la ley suiza es que hace una distinción entre la evasión impositiva y el fraude impositivo. Presentar una declaración de impuestos incompleta, por caso, sería evasión fiscal y se la trata mediante medidas administrativas, inclusive multas severas si fuera necesario.



De modo que, a pesar de algunos informes de los medios extranjeros, la evasión impositiva no es legal en Suiza; simplemente no es un delito penal. Todo aquel a quien se descubra evadiendo ilegalmente sus obligaciones fiscales en Suiza enfrenta duras sanciones financieras. El fraude impositivo, en cambio, implica falsificar documentos y, por ende, mucha más penalidad. El fraude impositivo sí es un delito penal en Suiza.



La implicancia internacional es que Suiza tradicionalmente ha ofrecido asistencia internacional en casos impositivos penales que tienen elementos de fraude, pero no de evasión. Al acordar la adopción del estándar sobre el intercambio de información estipulado en el Artículo 26 de la Convención Impositiva Modelo de la OCDE, Suiza ahora brindará asistencia administrativa para cubrir todos los delitos impositivos, entre ellos la evasión.



Los estados que implementaron el Artículo 26 concuerdan en intercambiar información bajo pedido, pero no en la divulgación automática de información. Esto significa que el país que busca información debe realizar un pedido justificado, nombrando a la persona gravable y al banco específico en cuestión o describiéndolos con suficiente detalle. Las llamadas "expediciones de pesca" -una búsqueda indiscriminada con red de arrastre por las cuentas bancarias- siguen estando fuera de los límites.



La privacidad de los clientes que no están bajo sospecha, en consecuencia, seguirá protegida por la confidencialidad banco-cliente que impera en Suiza. Los ciudadanos en una democracia nunca permitirían que su gobierno tuviera un derecho automático de entrada forzada a sus hogares por si acaso fuera a encontrar artículos robados. ¿Por qué, entonces, el estado debería tener un derecho automático de entrada forzada a las cuentas bancarias por si acaso fuera a encontrar unos pocos evasores o criminales impositivos?



Una vez que Suiza asume el compromiso de hacer algo, lo hace minuciosamente, de manera eficiente y a tiempo. La implementación del acuerdo con la Unión Europea sobre la tributación de los ahorros es un buen ejemplo de ello. Confío en que la misma confiabilidad quedará demostrada en el compromiso por parte de Suiza de asumir el estándar de la OCDE, que se incorporará en futuros convenios bilaterales de doble imposición. Tras este compromiso, toda crítica inapropiada de Suiza y su sistema legal, y también las varias amenazas de poner a Suiza en una llamada "lista negra", deberían terminar.



Pero no he terminado del todo con la OCDE. La OCDE es una agrupación multinacional de 30 países establecida hace casi medio siglo, de la que Suiza es miembro. No es una organización internacional, y no tiene ninguna autoridad legal para hablar por el mundo o establecer reglas, normas o estándares para ningún estado excepto sus propios miembros -que China no sea un miembro demuestra a las claras las limitaciones de su alcance-. La convención instituyente de la OCDE la insta a favorecer la sólida expansión económica y contribuir al crecimiento del comercio mundial sobre una base multilateral y no discriminatoria.



Sin embargo, el trato que recibió Suiza recientemente por parte de la OCDE ha sido escandaloso. La redacción secreta de una lista negra a espaldas de un miembro es inaceptable y, en mi opinión, perjudica seriamente la credibilidad de la OCDE. Dicho sea de paso, pienso que sería mucho más productivo confeccionar una lista de aquellos estados que han destruido o dañado la relación de confianza con sus ciudadanos a punto tal que sólo pueden asegurar sus ingresos tributarios penalizando la evasión impositiva y pisoteando la privacidad.



Las acusaciones de que Suiza es un paraíso fiscal normalmente provienen de países que tienen un bajo nivel de honestidad tributaria. El estado suizo, por el contrario, tiene una excelente relación con sus contribuyentes, y existe un nivel correspondientemente alto de honestidad por parte de los tributantes. El pueblo suizo vota sus propios impuestos, tiene un alto nivel de control sobre la manera en que se gasta la recaudación tributaria y cree que su sistema impositivo es justo, transparente y comprensible.



Los críticos deberían estudiar el modelo suizo con la idea de mejorar las cosas en sus propios países. La propia OCDE destacó el Código de Conducta para Autoridades Impositivas, Contribuyentes y Asesores Tributarios de Suiza como un ejemplo de cómo promover lo que llama una "relación mejorada entre los contribuyentes y los organismos de recaudación".



De los evasores impositivos del mundo, el 99,99% no tiene una cuenta bancaria en Suiza, pero Suiza es un blanco fácil. No hay ninguna implicancia de riesgo político; los suizos no tienen un lobby poderoso en Estados Unidos o en la UE que puedan movilizar; como lugar de nacimiento de la banca privada, Suiza tiene un enorme valor simbólico; como líder mundial de la banca privada, provoca celos.



En estos tiempos económicos difíciles, Suiza viene a ser un chivo expiatorio asequible, lo que le permite a los estados en problemas financieros descargar sus frustraciones y desviar la atención de sus ciudadanos de las anomalías de sus propios sistemas tributarios complicados e ineficientes. Los ataques a Suiza deberían ser vistos y analizados desde esta perspectiva.


El artículo es de Pierre G. Mirabaud, presidente de la Asociación de Banqueros Suizos. Aunque dice unas cuantas verdades, me ha hecho mucha gracia ver cómo arrima el ascua a su sardina de una forma tan descarada, ¿verdad?



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