Tras el "fracaso del Tratado de Lisboa por el NO Irlandés", creo oportuno exponer esta intenresante opinión de John O’ Brennan (profesor de Política y Sociedad Europeas de la Universidad Nacional de Irlanda) sobre el "segundo intento que se va a llevar a cabo en Irlanda":
"Durante meses, la Unión Europea ha sido golpeada duramente por tormentas económicas que ahora amenazan seriamente con una recesión prolongada en toda Europa. Pero, si bien la banca y las finanzas han ocupado la escena central, el problema constitucional de la UE se niega a desaparecer.
El rechazo irlandés del Tratado de Lisboa en junio hundió a la UE en un nuevo período de incertidumbre sobre el futuro de la Unión. Ahora, en la víspera de la cumbre del Consejo Europeo el 11 y 12 de diciembre, crecen las expectativas de que el primer ministro irlandés, Brian Cowen, proporcione un mapa de ruta claro para una solución irlandesa para el dilema constitucional de la UE.
Los pragmáticos reconocen que la crisis de ratificación que desató el rechazo irlandés del Tratado de Lisboa se ha convertido en un problema europeo más amplio. El “No” irlandés envalentonó a los euro-escépticos en otros estados miembro, incluido el irascible presidente checo, Václav Klaus, quien señaló que puede negarse a firmar el Tratado de Lisboa a menos que se asegure la ratificación de Irlanda. Con la República Checa lista para asumir la presidencia de la UE el 1 de enero de 2009, existe el temor aparente de que Klaus utilice su posición como jefe de Estado checo para intentar sabotear los esfuerzos por rescatar el Tratado de Lisboa.
Estas preocupaciones siguen siendo intensas, incluso después de la decisión de la Corte Constitucional checa el 26 de noviembre de que el Tratado de Lisboa es compatible con la constitución checa y puede ser ratificado por el parlamento checo por la vía normal. Pero la constelación actual de fuerzas políticas checas está equilibrada con precisión entre las fuerzas pro-Tratado y anti-Tratado. De manera que la vinculación entre las crisis de ratificación en Irlanda y la República Checa hoy es explícita y amenaza con propagarse a la arena más amplia de la UE en 2009.
A diferencia de la República Checa, existe un claro acuerdo entre los actores políticos en Irlanda sobre la necesidad de ratificar el Tratado de Lisboa. El problema irlandés sigue siendo cómo convencer a la opinión popular de aceptar un Tratado que fue rechazado de manera concluyente por el 53,4% vs. el 46,6% en la votación del 12 de junio. Ya surgieron los elementos centrales del plan irlandés para “rescatar” a Lisboa, y resulta evidente que un segundo referendo es central para este esfuerzo.
Una razón por la que los votantes irlandeses rechazaron el Tratado de Lisboa tiene que ver con la preocupación de que se erosionara la voz y la representación de Irlanda dentro de las instituciones de la UE, en particular a través de la pérdida periódica de representación irlandesa en la Comisión Europea. Como primera medida para convocar a una segunda votación, Cowen buscó un compromiso a nivel de la UE para que, en lugar de reducir la dimensión de la Comisión, se implemente la cláusula del Tratado de Lisboa que permite un régimen de “un estado miembro, un comisionado”, permitiendo que Irlanda retenga una plaza permanente. Si bien esta concesión aún no es un hecho consumado, cada vez se reconoce más que le daría a Dublín aire suficiente para realizar una campaña más efectiva a favor de un segundo referendo.
La segunda parte del plan es que la UE les ofrezca a los irlandeses una serie de aclaraciones sobre otras cuestiones clave. Estas incluyen el derecho exclusivo de Irlanda a decidir políticas sobre cuestiones como el aborto y el impuesto a las corporaciones así como la participación en operaciones de seguridad y defensa europeas. El modelo para esta estrategia es el logro por parte de Dinamarca de exclusiones legales en áreas definidas. Las declaraciones políticas sobre las cuestiones delineadas se registrarían como tratados internacionales ante las Naciones Unidas para ofrecer una fuerza legal vinculante. El Tratado de Lisboa se mantendría sin cambios.
La paradoja de la posición irlandesa es que las encuestas de opinión siguen arrojando un fuerte apego popular a la UE. El 82% del pueblo irlandés encuestado a principios de este año creía que Irlanda se había beneficiado al pertenecer a la UE, el resultado más alto en Europa, siendo el promedio del 54%.
La encuesta de opinión más reciente sobre las actitudes respecto del Tratado de Lisboa también demuestra un “rebote” a favor del Sí. Pero el problema para Cowen (y para la UE) es que este nivel de apoyo no parece traducirse en las urnas: los irlandeses rechazaron los tratados de la UE en dos de las tres últimas ocasiones en que se les pidió votar. La brecha entre el Sí y el No se mantiene dentro del margen de error y fácilmente podría revertirse, como sucedió en las semanas previas al referendo de junio.
Un desenlace positivo para Cowen es que un segundo referendo muy probablemente volvería a poner en juego la significativa dimensión económica para Irlanda que implica pertenecer a la UE. Irlanda ha sido un importante beneficiario de la subvención de la UE desde que pasó a formar parte de ella en 1973 y, en 2007, todavía recibía un total neto de 500 millones de euros del presupuesto de la UE. Recordarles a los votantes el costo potencialmente catastrófico de quedar excluidos, no sólo de las cuestiones medulares del Mercado Único, sino de las estructuras vitales de toma de decisiones en el Consejo de Ministros y el Banco Central Europeo, refuerza lo que está en juego en una campaña para un segundo referendo.
La implosión extraordinaria de los mercados financieros globales también puede funcionar a favor del Sí en un segundo referendo, porque el futuro económico de Irlanda no se puede contemplar seriamente fuera de las estructuras de la UE. De hecho, los ministros irlandeses sostienen que Irlanda habría corrido el destino de Islandia en los últimos meses si no hubiera sido por la pertenencia a la UE y por las protecciones recibidas por ser miembro de la eurozona".
"Durante meses, la Unión Europea ha sido golpeada duramente por tormentas económicas que ahora amenazan seriamente con una recesión prolongada en toda Europa. Pero, si bien la banca y las finanzas han ocupado la escena central, el problema constitucional de la UE se niega a desaparecer.
El rechazo irlandés del Tratado de Lisboa en junio hundió a la UE en un nuevo período de incertidumbre sobre el futuro de la Unión. Ahora, en la víspera de la cumbre del Consejo Europeo el 11 y 12 de diciembre, crecen las expectativas de que el primer ministro irlandés, Brian Cowen, proporcione un mapa de ruta claro para una solución irlandesa para el dilema constitucional de la UE.
Los pragmáticos reconocen que la crisis de ratificación que desató el rechazo irlandés del Tratado de Lisboa se ha convertido en un problema europeo más amplio. El “No” irlandés envalentonó a los euro-escépticos en otros estados miembro, incluido el irascible presidente checo, Václav Klaus, quien señaló que puede negarse a firmar el Tratado de Lisboa a menos que se asegure la ratificación de Irlanda. Con la República Checa lista para asumir la presidencia de la UE el 1 de enero de 2009, existe el temor aparente de que Klaus utilice su posición como jefe de Estado checo para intentar sabotear los esfuerzos por rescatar el Tratado de Lisboa.
Estas preocupaciones siguen siendo intensas, incluso después de la decisión de la Corte Constitucional checa el 26 de noviembre de que el Tratado de Lisboa es compatible con la constitución checa y puede ser ratificado por el parlamento checo por la vía normal. Pero la constelación actual de fuerzas políticas checas está equilibrada con precisión entre las fuerzas pro-Tratado y anti-Tratado. De manera que la vinculación entre las crisis de ratificación en Irlanda y la República Checa hoy es explícita y amenaza con propagarse a la arena más amplia de la UE en 2009.
A diferencia de la República Checa, existe un claro acuerdo entre los actores políticos en Irlanda sobre la necesidad de ratificar el Tratado de Lisboa. El problema irlandés sigue siendo cómo convencer a la opinión popular de aceptar un Tratado que fue rechazado de manera concluyente por el 53,4% vs. el 46,6% en la votación del 12 de junio. Ya surgieron los elementos centrales del plan irlandés para “rescatar” a Lisboa, y resulta evidente que un segundo referendo es central para este esfuerzo.
Una razón por la que los votantes irlandeses rechazaron el Tratado de Lisboa tiene que ver con la preocupación de que se erosionara la voz y la representación de Irlanda dentro de las instituciones de la UE, en particular a través de la pérdida periódica de representación irlandesa en la Comisión Europea. Como primera medida para convocar a una segunda votación, Cowen buscó un compromiso a nivel de la UE para que, en lugar de reducir la dimensión de la Comisión, se implemente la cláusula del Tratado de Lisboa que permite un régimen de “un estado miembro, un comisionado”, permitiendo que Irlanda retenga una plaza permanente. Si bien esta concesión aún no es un hecho consumado, cada vez se reconoce más que le daría a Dublín aire suficiente para realizar una campaña más efectiva a favor de un segundo referendo.
La segunda parte del plan es que la UE les ofrezca a los irlandeses una serie de aclaraciones sobre otras cuestiones clave. Estas incluyen el derecho exclusivo de Irlanda a decidir políticas sobre cuestiones como el aborto y el impuesto a las corporaciones así como la participación en operaciones de seguridad y defensa europeas. El modelo para esta estrategia es el logro por parte de Dinamarca de exclusiones legales en áreas definidas. Las declaraciones políticas sobre las cuestiones delineadas se registrarían como tratados internacionales ante las Naciones Unidas para ofrecer una fuerza legal vinculante. El Tratado de Lisboa se mantendría sin cambios.
La paradoja de la posición irlandesa es que las encuestas de opinión siguen arrojando un fuerte apego popular a la UE. El 82% del pueblo irlandés encuestado a principios de este año creía que Irlanda se había beneficiado al pertenecer a la UE, el resultado más alto en Europa, siendo el promedio del 54%.
La encuesta de opinión más reciente sobre las actitudes respecto del Tratado de Lisboa también demuestra un “rebote” a favor del Sí. Pero el problema para Cowen (y para la UE) es que este nivel de apoyo no parece traducirse en las urnas: los irlandeses rechazaron los tratados de la UE en dos de las tres últimas ocasiones en que se les pidió votar. La brecha entre el Sí y el No se mantiene dentro del margen de error y fácilmente podría revertirse, como sucedió en las semanas previas al referendo de junio.
Un desenlace positivo para Cowen es que un segundo referendo muy probablemente volvería a poner en juego la significativa dimensión económica para Irlanda que implica pertenecer a la UE. Irlanda ha sido un importante beneficiario de la subvención de la UE desde que pasó a formar parte de ella en 1973 y, en 2007, todavía recibía un total neto de 500 millones de euros del presupuesto de la UE. Recordarles a los votantes el costo potencialmente catastrófico de quedar excluidos, no sólo de las cuestiones medulares del Mercado Único, sino de las estructuras vitales de toma de decisiones en el Consejo de Ministros y el Banco Central Europeo, refuerza lo que está en juego en una campaña para un segundo referendo.
La implosión extraordinaria de los mercados financieros globales también puede funcionar a favor del Sí en un segundo referendo, porque el futuro económico de Irlanda no se puede contemplar seriamente fuera de las estructuras de la UE. De hecho, los ministros irlandeses sostienen que Irlanda habría corrido el destino de Islandia en los últimos meses si no hubiera sido por la pertenencia a la UE y por las protecciones recibidas por ser miembro de la eurozona".
1 comentarios:
No sé qué pasará por la mente del votante medio irlandés respecto al Tratado de Lisboa, pero en general la mejor forma de conseguir su aprobación no es preguntándoles una y otra vez, presionándo al electorado mediáticamente, sino incorporando al Tratado contenidos atractivos para el ciudadano medio.
Pero no se está por la labor, me temo.
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