La historia, cuando es contada por Hollywood, a menudo carece de sentido, pero por lo general los creadores de películas tienen el sentido común de no mostrar bajo una luz amable a los asesinos y los sádicos. Sin embargo, la nueva película de Steven Soderbergh hace eso, y más.
El Che como romántico revolucionario, tal como lo representa Benicio del Toro en la película de Soderbergh, nunca existió. Ese héroe de la izquierda, con su aire hippie y su barba, imagen que hoy es icónica de las remeras y taza de café de todo el mundo, es un mito creado por los propagandistas de Fidel Castro, una especie de cruza entre Don Quijote y Robin Hood.
Al igual que esas historias, el mito del Che tiene una similitud superficial con los hechos históricos, pero la historia real es mucho más oscura. Algún Robin Hood probablemente cometió actos violentos contra los ricos y, para cubrir sus rastros, dio a los pobres parte del botín. En la España medieval, probablemente había caballeros parecidos al Quijote cabalgando por las sendas del reino, librándolo no de dragones, sino de los pocos musulmanes que quedaban.
Lo mismo es válido para el legendario Che. Ningún adolescente en rebelión contra el mundo o sus padres parece capaz de resistirse al atractivo de la imagen del Che. Vestir una remera con su rostro es la manera más sencilla y barata de parecer estar del lado correcto de la Historia.
Lo que funciona para los adolescentes también parece funcionar con los directores de películas que quieren sentirse eternos adolescentes. En los años 60, el estilo Che, con barba y boina, era al menos una atrevida declaración política. Hoy es poco más que una pose de moda que inspira una épica de Hollywood de gran presupuesto. ¿Qué viene después, un parque temático del Che?
Sin embargo, una vez hubo un verdadero Che Guevara: es menos conocido que la marioneta de ficción que ha reemplazado a la realidad. El verdadero Che fue una figura más significativa que su clon de ficción, ya que fue la encarnación de lo que la revolución y el marxismo realmente significaron en el siglo veinte.
El Che no era un humanista. De hecho, ningún líder comunista sostuvo nunca valores humanistas. Fieles al profeta fundador de su movimiento, Stalin, Mao, Castro ni el Che tuvieron nunca respeto por la vida. Para bautizar un nuevo mundo, era necesario derramar sangre. Cuando uno de sus primeros compañeros de lucha lo criticó por la muerte de millones de personas durante la revolución china, Mao observó que millones de chinos mueren todos los días, así es que ¿qué importa?
De manera similar, el Che podía matar y encogerse de hombros. Estudió medicina en Argentina, pero escogió no salvar vidas, sino eliminarlas. Tras llegar al poder, el Che condenó a muerte a quinientos "enemigos” de la revolución sin juicio previo, ni siquiera con demasiada discriminación.
Castro, que no es ningún humanista, hizo lo que pudo por neutralizar a Guevara, nombrándolo Ministro de Industria. Como era de esperarse, el Che aplicó políticas soviéticas a los cubanos: la agricultura fue destruida y por todo el país quedaron regadas fábricas fantasmas. No le importaban la economía de Cuba ni su pueblo: su propósito era buscar la revolución por si misma, significara lo que significara, como el arte por el arte.
De hecho, sin su ideología el Che habría sido poco menos que otro asesino en serie. La propaganda ideológica le permitió matar en números mayores que lo que habría podido imaginar cualquier asesino en serie, y todo en el nombre de la justicia. Hace quinientos años, el Che probablemente habría sido uno de esos sacerdotes o soldados que exterminaron a los nativos de América Latina en el nombre de Dios. En el nombre de la Historia, el Che consideraba que matar era una herramienta necesaria de una causa noble.
Pero supongamos que juzgamos a este héroe marxista según sus propios criterios: ¿realmente transformó al mundo? La respuesta es sí, pero para peor. La Cuba comunista que ayudó a crear es un fracaso indiscutible, mucho más empobrecida y menos libre que antes de su "liberación". A pesar de las reformas sociales de las que la izquierda gusta jactarse acerca de Cuba, el índice de alfabetismo era mayor antes de que Castro llegara al poder, y el racismo contra la población negra estaba menos extendido. De hecho, hoy es mucho más probable que los gobernantes de la isla sean blancos que durante los días de Batista.
Más allá de Cuba, el mito del Che ha inspirado a miles de estudiantes y activistas en toda América Latina, haciéndolos perder la vida en absurdas guerras de guerrillas. La izquierda, inspirada por el canto de sirena del Che, prefirió la lucha armada a las urnas. Al hacerlo, abrió el camino a las dictaduras militares. América Latina aún no se ha curado de estos efectos secundarios del guevarismo.
De hecho, cincuenta años después de la revolución cubana, los latinoamericanos siguen divididos. Las naciones que rechazaron la mitología del Che y escogieron el camino de la democracia y la libertad de mercado, como Brasil, Perú y Chile, están mejor que nunca: la igualdad, la libertad y el progreso económico han avanzado a la par. Por el contrario, las que siguen nostálgicas de la causa del Che, como Venezuela, Ecuador y Bolivia, están en estos momentos al borde de la guerra civil.
El verdadero Che, que dedicó la mayor parte de su tiempo como presidente del Banco Central de Castro a supervisar ejecuciones, merece ser mejor conocido. Quizás si la película épica de dos partes de Soderbergh resulta un éxito de taquilla, sus financistas querrán filmar una secuela más ajustada a la verdad. Ciertamente no faltaría material para “La verdadera historia del Che”.
El Che como romántico revolucionario, tal como lo representa Benicio del Toro en la película de Soderbergh, nunca existió. Ese héroe de la izquierda, con su aire hippie y su barba, imagen que hoy es icónica de las remeras y taza de café de todo el mundo, es un mito creado por los propagandistas de Fidel Castro, una especie de cruza entre Don Quijote y Robin Hood.
Al igual que esas historias, el mito del Che tiene una similitud superficial con los hechos históricos, pero la historia real es mucho más oscura. Algún Robin Hood probablemente cometió actos violentos contra los ricos y, para cubrir sus rastros, dio a los pobres parte del botín. En la España medieval, probablemente había caballeros parecidos al Quijote cabalgando por las sendas del reino, librándolo no de dragones, sino de los pocos musulmanes que quedaban.
Lo mismo es válido para el legendario Che. Ningún adolescente en rebelión contra el mundo o sus padres parece capaz de resistirse al atractivo de la imagen del Che. Vestir una remera con su rostro es la manera más sencilla y barata de parecer estar del lado correcto de la Historia.
Lo que funciona para los adolescentes también parece funcionar con los directores de películas que quieren sentirse eternos adolescentes. En los años 60, el estilo Che, con barba y boina, era al menos una atrevida declaración política. Hoy es poco más que una pose de moda que inspira una épica de Hollywood de gran presupuesto. ¿Qué viene después, un parque temático del Che?
Sin embargo, una vez hubo un verdadero Che Guevara: es menos conocido que la marioneta de ficción que ha reemplazado a la realidad. El verdadero Che fue una figura más significativa que su clon de ficción, ya que fue la encarnación de lo que la revolución y el marxismo realmente significaron en el siglo veinte.
El Che no era un humanista. De hecho, ningún líder comunista sostuvo nunca valores humanistas. Fieles al profeta fundador de su movimiento, Stalin, Mao, Castro ni el Che tuvieron nunca respeto por la vida. Para bautizar un nuevo mundo, era necesario derramar sangre. Cuando uno de sus primeros compañeros de lucha lo criticó por la muerte de millones de personas durante la revolución china, Mao observó que millones de chinos mueren todos los días, así es que ¿qué importa?
De manera similar, el Che podía matar y encogerse de hombros. Estudió medicina en Argentina, pero escogió no salvar vidas, sino eliminarlas. Tras llegar al poder, el Che condenó a muerte a quinientos "enemigos” de la revolución sin juicio previo, ni siquiera con demasiada discriminación.
Castro, que no es ningún humanista, hizo lo que pudo por neutralizar a Guevara, nombrándolo Ministro de Industria. Como era de esperarse, el Che aplicó políticas soviéticas a los cubanos: la agricultura fue destruida y por todo el país quedaron regadas fábricas fantasmas. No le importaban la economía de Cuba ni su pueblo: su propósito era buscar la revolución por si misma, significara lo que significara, como el arte por el arte.
De hecho, sin su ideología el Che habría sido poco menos que otro asesino en serie. La propaganda ideológica le permitió matar en números mayores que lo que habría podido imaginar cualquier asesino en serie, y todo en el nombre de la justicia. Hace quinientos años, el Che probablemente habría sido uno de esos sacerdotes o soldados que exterminaron a los nativos de América Latina en el nombre de Dios. En el nombre de la Historia, el Che consideraba que matar era una herramienta necesaria de una causa noble.
Pero supongamos que juzgamos a este héroe marxista según sus propios criterios: ¿realmente transformó al mundo? La respuesta es sí, pero para peor. La Cuba comunista que ayudó a crear es un fracaso indiscutible, mucho más empobrecida y menos libre que antes de su "liberación". A pesar de las reformas sociales de las que la izquierda gusta jactarse acerca de Cuba, el índice de alfabetismo era mayor antes de que Castro llegara al poder, y el racismo contra la población negra estaba menos extendido. De hecho, hoy es mucho más probable que los gobernantes de la isla sean blancos que durante los días de Batista.
Más allá de Cuba, el mito del Che ha inspirado a miles de estudiantes y activistas en toda América Latina, haciéndolos perder la vida en absurdas guerras de guerrillas. La izquierda, inspirada por el canto de sirena del Che, prefirió la lucha armada a las urnas. Al hacerlo, abrió el camino a las dictaduras militares. América Latina aún no se ha curado de estos efectos secundarios del guevarismo.
De hecho, cincuenta años después de la revolución cubana, los latinoamericanos siguen divididos. Las naciones que rechazaron la mitología del Che y escogieron el camino de la democracia y la libertad de mercado, como Brasil, Perú y Chile, están mejor que nunca: la igualdad, la libertad y el progreso económico han avanzado a la par. Por el contrario, las que siguen nostálgicas de la causa del Che, como Venezuela, Ecuador y Bolivia, están en estos momentos al borde de la guerra civil.
El verdadero Che, que dedicó la mayor parte de su tiempo como presidente del Banco Central de Castro a supervisar ejecuciones, merece ser mejor conocido. Quizás si la película épica de dos partes de Soderbergh resulta un éxito de taquilla, sus financistas querrán filmar una secuela más ajustada a la verdad. Ciertamente no faltaría material para “La verdadera historia del Che”.
8 comentarios:
"el índice de alfabetismo era mayor antes de que Castro llegara al poder, y el racismo contra la población negra estaba menos extendido"
¿Podría ser tan amable de decirme de qué fuentes provienen estas afirmaciones?
La fuente es Guy Sorman, un economista y filósofo francés que no le tiene demasiada simpatía a los mitos izquierdosos
Ya. Pero ese señor, ¿de dónde saca las cifras? ¿Fue allí a hacer encuestas, muestreos?
En la wikipedia se afirma que el analfabetismo está erradicado.
En cuanto al racismo, ¿en qué se basa?
Aquí tiene otro enlace al respecto:
http://portal.unesco.org/education/es/ev.php-URL_ID=40288&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html
De entrada, me merece más confianza que ese señor. No obstante, me parece muy bien que cuestione los mitos izquierdosos. No debemos apoyarnos en mitos, sino en hechos.
Y la derecha, también.
o sease lole, que Castro es un bendito teniendo a su pueblo huyendo en estampida y sin libertad
y el Che un alma de la caridad que solo queria su libertad
Un saludo
Perdone, José
¿Está extrayendo sus conclusiones a partir de mis comentarios? Porque de ser así, ya me explicará cómo llega hasta ahí.
Se me escapa, lo siento.
¿O será quizás que se está apoyando en prejuicios acerca de mi? Pues entonces allá usted.
No mi estimada Lole no tengo la necesidad extraer nada de lo que dice por no ajustarse a la realidad
y no tengo el más mínimo prejucio pues soy Español y ,no Cubano
Pero castro es un tirano para su pueblo y ,atesorando una de las mayores fortunas ,mientras su pueblo se muere de hambre y se juegan la vida para buscar la libertad
asi que documentese usted por favor estimada Lole
Un saludo
Jose.
Sus comentarios son muy interesantes, créame. Pero no vienen a cuento.
Lo que cuestiono es la afirmación de Adamantium de que las tasas de analfabetismo sean ahora mayores que en tiempos de Batista.
¿Tienes usted evidencias adicionales que aportar al respeto? ¿No? Pues entonces no entiendo a qué vienen esas dos salidas suyas.
¿Que me documente, dice usted? Eso intento. Pero de su parte no recibo ninguna documentación sobre el asunto que al que me refiero.
Por cierto, el que usted sea español y no cubano de entrada lo considero irrelevante, a menos que se explique.
Y por último. ¿Insinúa usted que yo pienso o afirmo que Castro es un bendito y que el Che es un alma de la caridad? Pues ni lo he dicho ni lo pienso. Ni siquiera lo he dado a entender. Algo que debería quedar claro para cualquiera que sepa leer. Tenga cuidado con lo que va por ahí comentando.
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