21 de febrero de 2008

"UE : el Reto de Integrar a la Europa del Este"




Cualquier europeo sabe perfectamente que la Unión Europea es un entramado burocrático irresoluble por su extremada complejidad, y que a la par es una imperiosa necesidad que debe ser implementada, pues se ha mostrado como uno de los pocos instrumentos útiles para volver a tropezar otra vez en la misma piedra: el enfrentamiento militar que lleve a una “tercera guerra mundial”.



Recientemente me he encontrado este interesantísimo artículo de Wess Mitchell (Director de investigación del Centro de Análisis de Políticas Europeas, CEPA, en Washington, DC.), en el que se compara la actual “función estabilizadora de la UE” con el “papel que jugó el Imperio Austro- Húngaro para darle cierta solidez a la geopolítica del siglo XIX y XX.



Si un burócrata de la Unión Europea pudiera viajar a la Viena de fin de siglo, se sorprendería de cuánto se asemeja el Imperio de los Habsburgo con la UE de hoy en día. Al igual que la UE, Austria-Hungría fue un experimento de ingeniería supranacional compuesto por 51 millones de habitantes, 11 nacionalidades y 14 idiomas. Este microcosmos de Europa era gobernado por un Emperador-Rey de doble trono y dos parlamentos gemelos que representaban sus mitades austriaca y húngara, que tenían un alto grado de independencia.



El Imperio de los Habsburgo actuaba como una fuerza estabilizadora para sus pueblos y para Europa. Para sus grupos étnicos dispersos, jugaba el doble papel de árbitro y protector, pacificando las rivalidades indígenas y protegiendo a naciones de pequeño tamaño frente a estados predadores. También llenaba un vacío geopolítico en el corazón del continente, representando un contrapeso frente a Alemania y Rusia.



Mientras cumplió estas funciones, Austria era vista como una “necesidad europea”, un factor de equilibrio de nacionalidades y naciones para el que no había sustituto concebible. Sin embargo, a principios del siglo XX el imperio enfrentó dos problemas que sembraron dudas acerca de su capacidad de cumplir estas misiones.



- En primer lugar, se mostró incapaz de conciliar y representar los intereses de los pueblos que los formaban. El centro del problema era el Compromiso de 1867, que dividió el imperio en las mitades austriaca y húngara. Al excluir a los eslavos, que representaban la mitad de la población del imperio, el Compromiso fue visto como un vehículo para la dominación alemana/magiar. Los intentos de modificar este orden fueron incapaces de lograr lo que se necesitaba: un acuerdo político entre alemanes y eslavos similar al que se había logrado entre alemanes y húngaros.



- En segundo lugar, debido en parte a crisis nacionalistas internas, al imperio le resultó cada vez más difícil trazar un rumbo unificado e independiente en los asuntos internacionales. Confrontada después de 1906 a una Rusia más asertiva, Austria-Hungría recurrió a una dependencia cada vez mayor en Alemania, con lo que fue renunciado al estatus especial del imperio como estabilizador geopolítico.



Estos problemas infligieron un daño irreparable a la imagen del Imperio Austro-Húngaro como una "necesidad", tanto para sus súbditos, que llegaron a ver la autodeterminación nacional como una alternativa superior al supranacionalismo, como para las potencias externas, que lo desmembraron en 1918. Así terminó la primera unión europea.



Al igual que para Austria-Hungría, la raison d’etre de la UE consiste en su capacidad de trascender el equilibrio nativo de poder de sus miembros, y el servicio que esto presta al sistema internacional. En ambos aspectos, en 2007 la UE enfrentó retos muy similares a los que Austria-Hungría debió enfrentar en 1907.



Varios de los miembros más recientes de la UE siguen aferrándose a temas relacionados con la fiabilidad geopolítica, lo que se revela en las tensiones que ha habido entre Polonia, que teme la dominación por parte del grupo directivo de la UE, y Alemania, que es reticente a cargar con la carga financiera de una unión en la que está sub-representada. Si se permite que persista, este conflicto podría propagarse, dejando a la UE en un estado de crisis similar al que asoló a Austria-Hungría.



Una segunda serie de problemas afectan a la UE externamente. Como Austria-Hungría, la UE está entre dos vecinos poderosos: una Rusia que resurge con nuevos bríos y desea recuperar influencia, y un Estados Unidos aparentemente revisionista, preocupado con aventuras militares en el extranjero.



Tres lecciones de la experiencia de Austria-Hungría son útiles para la UE:



- Primero, a pesar de disfrutar de una mayor inclusión política que los eslavos del imperio de los Habsburgo, muchos habitantes del centro de Europa sienten que no están en igual pie que la UE-15 (Unión Europea anterior a la ampliación de 2004), tanto económica como estratégicamente. La conclusión puede ser una tendencia a que los nuevos miembros presionen más vigorosamente por sus intereses nacionales en los foros de la UE.



Temerosos de una nueva era de obstruccionismo, los líderes de la UE han vuelto a hablar de una unión de dos velocidades, en la que una vanguardia de estados occidentales busca una integración más profunda, dejando a los recién llegados la tarea de ponerse al día. Sin embargo, como muestra la historia de los Habsburgo, estos arreglos crean privilegios entre los que tienen y resentimientos entre los que no. En una unión de muchos actores no puede haber atajos: la UE debe dar el mismo nivel de integración en la periferia que en el núcleo imperial.



- En segundo lugar, del mismo modo como Austria necesitó un acuerdo entre alemanes y eslavos, la UE necesita repetir la reconciliación franco-germana de 1952 entre sus mayores miembros del oeste y el este, es decir, Alemania y Polonia. La iniciativa común del acero de 1952 podría encontrar un paralelo en una iniciativa germano-polaca para gestionar de manera conjunta las importaciones de gas natural.



- Finalmente, de manera muy similar a como gran parte de Austria-Hungría formó una alianza con Alemania con fines de seguridad militar, los miembros de la UE han buscado, a través de su uso del gas natural ruso, satisfacer una necesidad estratégica de seguridad energética. Sin embargo, la excesiva dependencia de Rusia para un recurso estratégicamente vital amplía la divergencia de intereses entre miembros, como Alemania, que tienen una relación de cooperación privilegiada con Rusia y otros, como Polonia, que ven al Kremlin como una amenaza. De modo muy parecido a como la alineación de Austria con Alemania hizo que los eslavos buscaran el apoyo ruso a costa de la unidad imperial, las acciones de alineación de la UE con Rusia hacen que los nuevos miembros busquen el apoyo de EE.UU. a costa de la unidad de la UE.



Como descubrió Austria-Hungría, una vez que comienza la dependencia geopolítica, la potencia dominante intentará usar al aliado dependiente como una extensión de sus propios intereses, en lugar de permitirle recuperar espacio de maniobra. Si bien es poco probable que alguna vez la UE logre ser completamente independiente de la energía rusa, puede mejorar su capacidad de enfrentar la dependencia, encontrando aquello que le faltó a Austria-Hungría: un modo de mantener la relación con su contraparte en términos relativamente equitativos. Esto significa, por sobre todo, tener una voz única en materia de energía.



A fin de cuentas, muchos de quienes lucharon por acabar con el Imperio Austro-Húngaro terminaron lamentando su caída; como mostrarían los sucesos posteriores, el viejo imperio seguía siendo una necesidad en un grado mayor al que percibían. Aprendiendo de sus errores, los europeos de hoy aún pueden tener la capacidad de reformar y revigorizar un "imperio" cuyas tareas más importantes todavía están por emprenderse.

12 comentarios:

El Cerrajero dijo...

La UE está dirigida por una clase política absolutamente degenerada, sin las ideas claras y con total falta de principios.

No hace falta decir a dónde nos llevan.

Natalia Pastor dijo...

Después de lo acontecido con Kosovo, y el previsible efecto dominó,la integración de la Europa del Este en la UE se torna una misión complicadísima, y no sólo por variantes económicas,sino por la inestabilidad política que pueda darse.(vease por ejemplo,el caso de Georgia,Moldavia o Chechenia,por poner un ejemplo)

Caballero ZP dijo...

Nada mas hay que ver como no saben resolver ningún conflicto y si muchas veces crearlos, además no hay que olvidarse de las injusticias en el reparto.
Saludos

Anónimo dijo...

Largo y camino queda hasta integrar a todos los países de Europa del Este. Pero debemos insistir en ello.

un abrazo.

Anónimo dijo...

Una Europa unida de NOrte a Sur y Este a Oeste sería fundamental para el futuro del viejo continente.

un abrazo

Anónimo dijo...

Interesante.

Lo cierto es que el Imperio Austro-Húngaro era un anacronismo en sus últimas décadas de existencia. Las olas del nacionalismo tarde o temprano acabarían por destruirlo. Fue su propia dinastía gobernante la que dio el empujón final practicando políticas exteriores de otro siglo.

A mi me parece que la ampliación a 25 (luego a 27) fue una desgracia para Europa. Cuando los 15 empezaban a ponerse de acuerdo en fórmulas para encauzar la unión, absorbimos 10 países más, algunos de los cuales, actúan sutilmente bajo cuerda de USA. Actualmente, los acuerdos a 27 son casi imposibles, pues en casi todo lo importante se necesita unanimidad. Es el desgobierno. ¿Quién sale favorecido por esto? El Capital, que impone sus criterios ante la falta de encauces legislativos a escala europea. Las legislaciones individuales de sus miembros muchas veces se muestran impotentes ante la Globalización económica.
Desgraciadamente, con la desintegración del Pacto de Varsovia, pocas alternativas había.

Oiga, ¿este artículo viene a colación de una reciente y desmesurada cita de Cristina López Sch. en la COPE?

Compai panita dijo...

Pero sabemos que los errores cometidos no se aprovechan para aprender sino más bien se vuelven a repetir.
Ya sabemos que el hombre es el único animal que tripieza dos (o veinte) veces en la misma piedra.
Saludos

Anónimo dijo...

Es un buen análisis, y la comparación con el imperio tiene cierta validez. Una vez cayó sus miembros recapacitaron sobre su necesidad. La única manera de contrarrestar el problema de dependencia energética con Rusia es poder ser una potencia con capacidad negociadora como EE.UU., desde el punto de vista realista esto sería así.
Europa como poder blando no nos conduce a mucho avance.
La UE de geometría variable sería un disparate, volveríamos a principios de los 80, y haría que la periferia se desligara del proceso.

Sólo hay un camino, y es la famosa cohesión, solamente igualando al máximo los niveles de renta de la UE conseguiremos hacer un verdadero mercado único, siendo así seremos una potencia con capacidad de dirigir nuestros destinos, pero vayamos por partes.

Ahora mismo hay burocracia, hay regulación por doquier, estamos en pañales, no hay integración, hasta que los gobiernos no entiendan todos de una vez que la unión política es la clave siempre seguiremos lamentándonos.

Es cuestión de visión, y no debería ser complicado si los gobiernos fueran capaces de ceder parte de su soberanía fiscal para hacer políticas de cohesión europeas, los fondos de cohesión fueron un fraude, y lo peor fueron injustos y perversos, no han realizado su función, pero este debate es demasiado largo para plantearlo en un comentario...

J. F. Sebastian dijo...

Esta 'casa común' de lenocinio no es sino una Europa de los mercaderes. El Reino Unido tiene una relación económica más estrecha con EE. UU. Tampoco creo que tengan intención de incorporarse al euro. Francia boicoteó nuestra agricultura todo lo que pudo y más. En lo del islote de Perejil sin embargo el gobierno de Blair fue de los pocos que ofreció apoyo militar llegado el caso. Hay más ejemplos pero no voy a hacerte una entrada dentro de otra.

Adamantio dijo...

La verdad es que una Unión a 27 con el nefasto y complicadísimo sistema institucional nos dirige a un desgobierno absoluto. Pero ningún estado va a ceder soberanía, ya que las grandes preocupaciones son las minorías de bloqueo. Y claro, tratar de conseguir una igualdad real con esta situación… es imposible.

Y sin cierta estructura, pues siempre estaremos a lso vientos de USA, Rusia, o las potencias emergentes. Ello por no hablar de que salvo que apostemos por la energía nuclear, la independencia energética es irremediable.

PD: Lole… yo no escucho la COPE, y menos a esa integrista católica… (Siento haberle roto los esquemas jaja)

Anónimo dijo...

De las nucleares ya se habló, y no hay ninguna garantía de que sea la solución energética de Europa y del resto del mundo. Por ello habría que pensárselo dos veces antes de empeñar dinero (que no nos sobra), energía (que es limitada, se está acabando y veremos cuánta recibimos a cambio) y tiempo (como 10 años desde que se empieza el proyecto hasta que empieza a devolver energía) en algo semejante.

¿Que usted no escucha la COPE? Pues en parte me alegro. Como ya insinué en la anterior entrada, sólo era una conjetura que me hice.

Saludos

J. F. Sebastian dijo...

¿Y qué pasaría si escuchara a la cope y a Cristina L. S.? Pues lo mismo que si leyera 'El País' o fuera oyente de la cadena ser o espectador de cuatro y de Gabilondo. Aunque conociendo al señor Adamantio me parece que va a ser que no...

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